RIAS BAIXAS, UN PAISAJE GASTRONÓMICO POR DESCUBRIR (2)
“Quien participa en
un banquete sin conocer nada del arte culinario no puede apreciar en la medida
conveniente la preparación de los alimentos que se le sirven”
Platón. filósofo
griego
Continuamos viaje y relato. En esta ocasión nos separamos
temporalmente de la costa para acercarnos a uno de los templos de la tapa
gallega, Santiago de Compostela. Un aviso a navegantes que quieran pasar unos
días en esta ciudad y dejen el coche en un parking. Parece ser que no se puede
pagar con tarjeta cuando el importe supera los 45 euros, tema de seguridad me
dijeron, al menos en el parking de la Plaza Galicia.
Continuará…
Para visitar Santiago es mejor alojarse en uno de los
múltiples hotelitos / hostales del centro que, como en el caso del hotel
Mapoula, te ofrecen lo mínimo necesario para descansar y asearse con un precio
adecuado en el centro de esta tumultuosa ciudad. Sí, porque Santiago puede
presumir de turistas, peregrinos y también, y por desgracia, de mendigos. Una
cosa que sorprende es ver a supuestos peregrinos, con mochila y todo, pidiendo
en cualquier esquina, sorprende y entristece.
Pero nuestro viaje es gastronómico, por lo que Santiago nos
ofrece una gran variedad de posibilidades. Quizás la calle más popular para
este menester sea la Rua do Franco, donde los bares y taperías se concentran
uno detrás de otro y el viajante se vuelve loco con tanta oferta. Es por eso
que destacar, se puede destacar mucho, porque hay mucho, pero para este viajero
hubo ciertos sitios que no se olvidarán y puede recomendar con total confianza.
Para unas tapas rápidas, aperitivo o vermut o simplemente
para hacer cuerpo antes de comer o cenar, lo ideal es acercarnos bien a la
Taberna do Bispo (Rua do Franco 37) o a la Cervecería Petiscos do Cardeal (Rua
do Franco 10). En ambos lugares la barra del bar es como las típicas barras
vascas, repletas de pinchos que te llaman y que dudas a la hora de elegir por
la buena pinta que tienen todos. Desde 1’60 a 4 o 5 euros tenemos tapas que
harán despertar nuestros sentidos, como la tapa de pate de pulpo con mahonesa
de pimentón (como si de una ración de pulpo feira se tratara) o los Chirretes
(Chanquetes en Andalucía). También hay lugares donde por un bock te ponen una
buena tapa de cortesía por lo que tanto la Rua do Franco como la paralela Rua
do Vilar son las calles ideales para pasear sin rumbo ni tiempo. Obviamente no
nos podemos perder el magnífico Mercado de Abastos de la ciudad en la Rua das
Ameas y degustar algún producto en las tabernas cercanas.
Pero de Santiago de Compostela no puedo dejar de escribir
sobre dos lugares que me parecieron magníficos, con buenos productos y buen
precio. El primero es O Boteco (Rua do Franco 31). En este templo gastronómico
ponen un lacón con grelos (9’50 euros) que quita el sentido y el cansancio de
tanto paseo y de postre podemos pedir unas anchoas con queso tetilla gallego (5
euros) tan espectaculares como las de Santoña, sin espinas, largas y anchas y
de sabor intenso que combinan de maravilla con un queso suave como es el
tetilla gallego. Si después te tomas un chupito de hierbas casero (2’50 euros)
ya puedes ir a echarte una siesta con toda tranquilidad.
El segundo templo gastronómico que recomiendo y al que
volveré por sus productos, precio y excelente trato, es Casa Sixto, en el
número 43 de la misma calle. Su escaparate ya define lo que podrás degustar
dentro, variedad de marisco y pescado de la ría, que parece que saltan de las
bandejas. Si tienes la suerte de hablar con la dueña, te guiará por sus platos
como un guía por monumentos turísticos. Como curiosidad, me dijo que la
Princesa Leticia acudió a su local y salió muy contenta, yo también. Tanto las
ostras (12’90 euros 6 unidades) como los percebes (20’90 euros unos 250 gramos)
son de la máxima calidad. Es el típico local donde no miras el precio de los
productos, muy acorde con su calidad, porque sales satisfecho de todo, de lo
comido y de lo pagado. Como me quedé degustando la comida, cerraron el local
conmigo dentro y la paisana me ofreció unos mejillones, qué mejillones, y una
fideua de marisco que habían hecho para ellos, los primeros pude catarlos pero
lo segundo tuve que renunciar porque mi cuerpo ya no podía ingerir nada más.
Una charla amena es lo más adecuado para terminar un buen festín gastronómico.
Sinceramente, Casa Sixto merece la pena visitar.
Después de tanto festín, el cuerpo pide algo más normalito.
Para los amantes de la comida rápida, al menos que sea de calidad. Por eso os
recomiendo el Bar Galeón Raiña, en la Rua da Raiña 17, donde podréis degustar
desde platos combinado a hamburguesas o perritos o simplemente un menú bien
servido por 9’20 euros.
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