Comenzaron en un pequeño local junto a la Estación del Norte
(Príncipe Pío) donde llegaban todos los asturianos que en su tiempo tuvieron
que emigrar a la capital. Allí empezaron con platos contundentes, abundantes y
justos de precio. Se empezaron a expandir y mientras uno de los hermanos,
Manolo, conseguía todo el edificio y otros locales del Paseo de la Florida, el
otro, Ernesto, empezaba su andadura en Comandante Zorita 32, donde su cocina,
si el algo se diferencia de la de su hermano, es un poco más fina, más elegante
y con toques más innovadores sin perder los sabores que les hicieron triunfar
en el Paseo de la Florida. Ernesto, al margen de ser un gran amigo, es un gran
anfitrión y en cuanto llegó y nos vio sentados se apresuró a saludarnos y
ofrecernos lo mejor del día. El Ferreiro es uno de esos lugares donde no hace
falta mirar la carta, preguntando te sugieren lo mejor del día y siempre sin
fallar.
Comenzamos en la barra con unos pinchos que pronto se
trasladaron a la mesa, coquetamente decorada y sin estridencias. Unas
aceitunas, un mini bollo preñado y una croqueta exquisita dieron paso a un
vasito de crema de verduras, especialmente sabrosa y fina.
Entre los manjares que nos presentan como primer plato, nos
dieron a degustar unas espectaculares Verdinas con bogavante, uno de esos
platos de los que nunca te olvidas y que en esta casa hacen como sólo ellos
saben hacer. Ya entrados en materia, uno de esos primeros que dejan huella en
los paladares, unas alcachofas fritas con espárragos verdes fritos y pequeñas
lonchas de jamón ibérico.Como plato principal elegimos un pescado de temporada que en
estos momentos está en su mejor tiempo, unos tacos de atún rojo con emulsión de
aceite y limón acompañados de cebolla caramelizada. Una maravilla llena de
sabor, de frescura, bien hecho y con el contraste de la cebolla caramelizada
que le da un toque dulce que combina de maravilla.
Tras todo esto el cuerpo se empieza a resentir y desechamos
pedir postre, que realmente tienen unos postres de los que se podría alimentar
uno sin necesidad de otros platos, pero no era el momento. Por cortesía de la
casa te suelen traer una teja para dejar en el paladar un toque dulce para que
recuerdes el camino y vuelvas cuanto antes.
Toda la comida estuvo acompañada con un verdejo frío que
maridaba de maravilla con todo lo que nos hicieron degustar.
Sobre el precio, lo bueno se paga y tanto los manjares como
el servicio, por cierto cuenta también con servicio aparcacoches, es tan bueno
que no resulta caro pagar lo que te piden. Es de esos sitios donde pagas la
factura con una sonrisa y el estómago lleno. Una comida más o menos normal como
la que tuvimos sale por unos 55 euros por persona.
En resumen, un gran lugar para llevar a la persona que
quieres o hacer una comida de negocios y deslumbrarlos con tus virtudes porque
los encantos de su cocina te ayudarán a conquistar a una pareja o cerrar el negocio
del siglo.
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